Si bien, los resultados de SERCE nos dicen que nuestro sistema educativo es de bajo rendimiento (por debajo de lo que se esperaría por la capacidad de sus estudiantes; el sistema educativo cubano, según estos resultados, nos indica la potencialidad de América Latina), mediocre, los datos de OCDE nos muestran que nuestro sistema educativo sigue en la segunda división, lejos, lejos de nuestros socios comerciales. Veamos una nota extensa publicada en los medios:
Los números no representan calidad. Al menos así lo estima la OCDE en su compendio educativo 2007: con 31 millones de alumnos, México es el segundo país en cuanto a número de estudiantes inscritos en su sistema educativo general, cifra sólo por debajo de los 71 millones de Estados Unidos, pero tiene el peor registro dentro de ese organismo en lo que a personas graduadas se refiere. De esos 31 millones, apenas 2 por ciento (menos de 800 mil mexicanos) llegará a la universidad y logrará graduarse, según las estadísticas proporcionadas por la Secretaría de Educación Pública a la OCDE.
Por el contrario, México es una fábrica de maestros: hasta 2005, dentro de los países del organismo Estados Unidos contó con el mayor número de docentes, con 5 millones 300 mil. En la educación primaria y secundaria, el rango de estudiantes y maestros es casi de 30 a uno, el doble del promedio de la OCDE, por lo que los educadores mexicanos en este nivel tienen algunos de los grupos más grande de los que se tenga registro en el organismo multilateral. Además, el número de horas clase en México es uno de los más altos del mundo: mil 50 al año, casi el doble de las horas empleadas en aulas en Japón y similar al de EU.
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