domingo, junio 29, 2008

Libro salvado de la trituradora

Hace unos días en la explanada del Auditorio Nacional se realizó una venta de remate de libros destinados a la trituradora (La fotografía es uno de los libros que compré en tal evento). Notas sobre el caso inédito de que en México las leyes prefieran enviar libros a la trituradora que a bibliotecas públicas y escuelas:


No deja de ser conmovedor el esfuerzo de algunos promotores culturales y editores por sobreponerse a las inverosímiles leyes fiscales que la Secretaría de Hacienda ha impulsado sin darse siquiera cuenta del daño que hace a la industria editorial. No sólo el impuesto a inventario vuelve delito regalar libros, lo cual ya es significativo, sino que, por ejemplo, con el IETU se ha eliminado la exención al derecho de autor, que ha quedado anulada de facto y sin que nadie se diera cuenta. Por eso despierta enorme simpatía el llamado a salvar libros que Paloma Saiz, responsable de fomento a la lectura de la Secretaría de Cultura del DF, hizo el domingo pasado con singular éxito de público. Esa simpatía no debe hacer perder, sin embargo, un punto de vista objetivo. Por un lado es evidente que ese remate de ejemplares trae un beneficio inmediato para el editor y el lector; al primero le limpia bodegas y le permite obtener dinero de manera directa, al segundo le permite comprar libros a precios de oportunidad. Y sin embargo…

El verdadero reto de la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro será su puesta en práctica, después de que entre en vigor al ser publicada en el Diario Oficial de la Federación, pues el primer paso consistirá en “convencer al Legislativo para que asigne recursos para la capacitación de editores y libreros, lo que no es cosa menor”, asegura Tomás Granados. Considera que está pendiente la realización de “una gran campaña que explique por qué la Ley del Libro es buena, por qué el precio único a las novedades editoriales es favorable para el lector, una medida que busca dar igualdad de acceso a las personas, que ya no hay un castigo por vivir lejos de las librerías”. Pero, dos meses después de su aprobación en las cámaras de Senadores y Diputados, la Ley de Fomento de la Lectura y el Libro todavía no entra en vigor.

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