Nuestro sistema educativo sigue trabajando con los alumnos promedio, tal como lo muestran los resultados de SERCE, nuestro sistema educativo no es malo ni extraordinario, término medio. No hemos sido capaces de responder a los casos extraordinarios, ni con los talentos:
Un programa del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que apoya a “niños talento” de primaria con promedio mínimo de nueve con actividades extraescolares, como teatro, danza, artes plásticas, música, natación y ciencias, adicional a una beca de tres mil pesos anuales—, está en riesgo de quedarse sin profesores. Excélsior recibió denuncias de los capacitadores sobre las irregularidades de este programa que opera en la Ciudad de México desde el año pasado: falta de pago y de material e instalaciones inadecuadas para las actividades de niños de entre seis y 12 años. “Yo soy tutor de música o más bien lo era, porque ya me salí en el programa de niños talento. Los problemas son varios: primero, no se nos ha dado copia del contrato, nada por escrito, no hay un organigrama, tampoco hay lineamientos; hay una repartición muy rara del material, en algunos centros ni llega, en otros llega, pero no te lo dan, o llegan cosas que no te sirven; a los niños les prometieron clases de piano y no hay también les prometieron clases de natación y no hay albercas.
Ni con la discapacidad física:
Fernanda quiso estudiar en la Universidad Motolinía del Pedregal, pero no pudo. La falta de alguien que se encargue de su movilidad y de la atención necesaria dentro de la institución, se convirtió en un obstáculo y en el inicio de un proceso judicial en contra de la escuela por supuesta “discriminación”. Una cirugía fallida la dejó en silla de ruedas. Requiere que le ayuden a subir o bajar escaleras cuando no hay rampa, carguen sus libros, la atiendan en el sanitario y la acompañen a las prácticas de campo de la carrera de Diseño Interior Arquitectónico. Sin embargo, estas responsabilidades no pueden ser asumidas por la institución, explica Jorge Sibaja, consejero de la Universidad Motolinía del Pedregal. “No es función del jardinero cargar a la muchacha, ni habrá función de un trabajador que la quiera cargar y esté en contacto con ella. Esto debe ser una función íntima, que los padres deben decidir en protección de los sentimientos y estados físicos de la muchacha”, argumenta en entrevista el abogado de la escuela.
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