Cada minuto muere un niño o niña por ignorancia. En el presente se habla en los medios y en el discurso político sobre la emergencia de las sociedades de la información y el conocimiento. Que es el conocimiento el bien más preciado, sin embargo, continuamos permitiendo muertes de infantes por ignorancia:
Cada minuto, un niño o niña muere por causas relacionadas con el sida, y cada 15 segundos una persona joven contrae el VIH. Son datos que los veinteañeros Manuel de Jesús Calles, de El Salvador, y Pablo Alvarado, de Nicaragua, manejan al dedillo. Y con esos datos batallan en sus comunidades para “educar en la prevención” a otros jóvenes como ellos. Pablo Alvarado comenzó a trabajar como “consejero” de niños y jóvenes hace ocho, en Chontales, la puerta de entrada a la región atlántica nicaragüense. Ahora forma parte de los grupos apoyados por Plan, organización no gubernamental enfocada a la niñez y la juventud, con presencia en decenas de países. Están en México para participar en la Conferencia Internacional sobre Sida 2008.
Después de más de 25 años de epidemia de sida, en América Latina ha sido difícil incorporar la prevención y, principalmente, la educación sexual. Sólo tres países en la región –Argentina, Brasil y Costa Rica– tienen leyes en la materia y las aplican de manera integral. México está ubicado en un nivel bajo, porque aunque existe una ley nacional, no se aplica en los estados ni abarca el tema del VIH, según el Diagnóstico regional sobre la educación sexual para la prevención del VIH. La investigación fue realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP); destaca que el tema de la discriminación por orientación o preferencia sexual prácticamente no se incluye en los programas escolares de los países de Latinoamérica y el Caribe, excepto en Uruguay, Colombia y Argentina. Brasil reportó que sólo lo aborda en algunas áreas. El problema es que, de acuerdo con los especialistas, el estigma y la discriminación representan los principales obstáculos para detener la epidemia. El temor al rechazo o a las agresiones impide el diagnóstico del VIH y que los portadores del virus asistan a los servicios de salud.
En la lucha contra el sida el liderazgo debe recaer en lo jóvenes, ya que serán ellos quien propongan las estrategias de comunicación y cambio contra este problema, debido a que los adultos no están proponiendo nada, “ni siquiera los líderes políticos. Hoy en día muy pocos están mostrando liderazgo en este tema”, aseguró el director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, Nils Kastberg. Afirma que uno de los problemas por los que se tiene un nivel tan alto de exclusión de los jóvenes en temas como el VIH es debido al alto grado de “sociedades adultocéntricas. “Pensamos muy bien de los niños pero a los adolescentes como que los perdemos de vista, entre los 10 y los 18 tenemos un desastre”.
Ideas que continuan arraigadas en nuestra cultura y prácticas cotidianas dejan a los niños, niñas y jóvenes a merced de la pandemia:
Con ligeras dificultades avanzaba anoche la redacción de la declaratoria que aprobarán los ministros de Salud y Educación de Latinoamérica y el Caribe, en la que se plantea el compromiso de impulsar la educación sexual desde la infancia. La discusión estaba concentrada en la forma de plantear las cuestiones que tienen que ver con la orientación sexual porque en algunas naciones está penalizado cualquier comportamiento diferente al heterosexual. Todavía anoche se exploraban alternativas de solución, como la sustitución de “orientación sexual” por “diversidad sexual”, entre otras. Aun así, comentaron algunos de los asistentes a la reunión técnica, el ambiente era muy positivo, porque había acuerdo en la necesidad de impulsar la educación sexual como la principal alternativa para detener la epidemia de VIH/sida, y a la luz de la información obtenida en el diagnóstico regional elaborado por el Instituto Nacional de Salud Pública sobre la escasa utilización que se ha dado a esta herramienta en la región.
El texto fue aprobado por consenso luego de un intenso debate generado por los planteamientos de los representantes de países como Belice y Jamaica, quienes propusieron que se incluyera de manera explícita la abstinencia sexual entre los métodos para prevenir la transmisión del virus. En la discusión se logró superar la divergencia con la inclusión de frases como la de impulsar la educación sexual con una perspectiva amplia que tome en cuenta aspectos biológicos, éticos, afectivos y sociales, entre otros.
Los programas de educación sexual que durante 40 años se han aplicado en México han sido insuficientes para proteger a la población –en particular, a los jóvenes– del VIH/sida, reconoció la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota. Ante los ministros de salud de América Latina, la funcionaria exhortó a los gobiernos a “dejar atrás los mitos” e impulsar una poderosa agenda de prevención, la cual, dijo, es urgente para salvar millones de vidas. En el caso de México las tendencias de la epidemia son la mejor evidencia de que se debe redoblar la prevención. José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud, destacó que las desigualdades sociales, económicas y la inequidad de género favorecen la diseminación del virus y limitan el impacto de las acciones de control.
Los datos se continuan acumulando:
En el mundo unos 5.5 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años padecen el VIH; de ellos 500 mil viven en América Latina y el Caribe, donde hay 55 mil niños con el virus, revelaron el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Fnuap) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Este última organización denunció que debido a que muchos de los menores carecen de acceso a la terapia antirretroviral en 2007 murieron 4 mil 300. Nils Arne Kastberg señaló que de los 150 millones de jóvenes que hay en la región, 29 por ciento, es decir, 43 millones 500 mil, están fuera de la escuela. El Unicef apuntó que sólo 4 por ciento de jóvenes que no asiste a la escuela tiene acceso a los servicios de prevención contra el VIH en los países latinoamericanos y caribeños. Además, sin un tratamiento, alrededor de un tercio de los niños que adquieren el virus por sus madres mueren en su primer año de vida.
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